martes, 30 de agosto de 2011

LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD, UN ARTICULO DE HAMLET HERMANN



El pasado lunes leí atentamente un artículo publicado por el Ing. Hamlet Hermann en el periódico Hoy. El respetado intelectual dominicano trató de manera magistral el tema “Trastornos de la Personalidad (TNP)” y pensé que sería bueno reproducir  el trozo más interesante, según mi humilde entendimiento, con el fin de compartirlo con ustedes.
            El Ing. Hermann nos dice: “…Con la sencillez que caracterizan las clasificaciones made in the USA, encontré una lista de nueve síntomas. Aquella persona cuya personalidad coincida con cinco o más criterios de esta corta lista, puede ser diagnosticada, de acuerdo con el enfoque de los psiquiatras estadounidenses, como un enfermo mental afectado del trastorno narcisista de la personalidad.
            Pensemos en los ‘lideres’ políticos dominicanos y apliquémosles esta lista de síntomas. Quizás encontremos que, mientras más arriba se encuentran en la pirámide de la administración del Estado dominicano, más afectados podrían estar por el TNP.
            Tiene un sentido grandioso de su propia importancia. Su visión de las cosas es el patrón al cual el mundo debe someterse.
            Le absorben fantasías de éxito ilimitado, poder y conceptualización brillante.
            Se considera especial y único, y sólo puede ser comprendido por mentes privilegiadas. Asimismo considera que sólo debería asociarse con otras personas que él considere especiales o de alto estatus personal o institucional, como reyes y presidentes.
            Requiere excesiva admiración. Es un síntoma que denota una autoestima vulnerable y una gran preocupación por cómo son interpretados sus trabajos y decisiones, supuestamente realizadas a favor de sus seguidores.
            Mantiene un gran sentido de sus propios derechos, no así de sus deberes. Piensa que los demás le deben todo lo que disfrutan. Tiene un sentido de  ‘categoría social’ con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable a sus propuestas o de una aceptación automática de sus deseos.
            En sus relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines aunque tenga que comprar el respaldo para sus planes. Siempre espera que otros le den todo lo que él desea, sin importar que los perjudique. Parte del criterio de que aquéllos están incondicionalmente interesados en el bienestar del afectado por el trastorno.
            Carece de empatía y es reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás. La diferencia entre el bien y el mal viene dada por su propia conveniencia.
            Es frecuentemente envidioso de los demás al tiempo que cree que los demás le tienen envidia. Las personas inteligentes, sanas, que simplemente son más valiosas o agraciadas, se convierten entonces en una amenaza para esa imagen artificial con la que sustenta su autoestima. Su comportamiento en relación con ellos es manipulativo y, cuando la manipulación no surte efecto, perseguidor.
            Muestra actitudes y comportamientos arrogantes, altivos o prepotentes haciéndose esperar  de forma interminable para demostrar la superioridad que él mismo se concede.”

Si alguien muy conocido padece cinco o más de esos síntomas, es una persona con TNP. O, sencillamente, es pura coincidencia.