Nuestra deidad.

Nosotros somos eco de un pasado muy cierto,
Pero desconocido para vivos y muertos.
Venimos de lugares infinitesimales,
Sin nociones de bienes ni de males
Pero vamos creciendo sin detener el tiempo,
Formando tempestades, huracanes y truenos.

Con el amor hicimos crecer el universo.
Del polvo hemos creado a nuestros semejantes
Después de separar la luz de la tiniebla.
De una flor de naranjo  Inventamos a Eva,
Y dormimos a Adán para que nos creyera.

Inventamos la rosa junta con la serpiente,
El amor siempre fue parte de nuestra esencia,
Formulamos el odio solo como ingrediente,
Que mostrara el contraste de lo eterno y la muerte.

El pecado surgió sólo por un capricho,
Faltó el razonamiento, faltó imaginación,
Aun dioses, ignoramos los placeres del sexo.
Eva, humana y sensata, nos desobedeció,
E hizo que Adán también se convirtiera en Dios.

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Hoy de nuevo te encuentro.

Te encontré entre el murmullo de las cosas banales

Una tarde de otoño mientras yo caminaba

Con esta soledad que me viste y me calza.

Tu volvías del colegio y con una sonrisa,

Te incrustaste  en mi pecho violando mis sentidos.

Adolescente tu; y yo un adolecido,

Contemplabas hermosa, un mundo más sensato.

Tu vida presumía de un cielo todo tuyo.

Majestuosa, me diste la luz de una sonrisa,

Y el brillo de tus ojos complicó mis sentidos.

Hoy te recuerdo igual, como en aquella tarde,

A penas una flor frágil,  un azahar.

Y tus ojos,  las noches que jamás amanecen,

Tu pelo era la brisa y las olas del mar.

Mi porvenir te espera, en mi ocaso te miro,

Con ojos de café y con pelo de espumas,

Hoy te acercas tranquila, llegada del otoño,

Graduada de la vida, cargada de esperanzas,

Soñando ser amada, aferrada a tus sueños,

Recogiendo promesas guardadas en mis manos,

Que escapan del invierno.