martes, 2 de abril de 2013

Soneto a una madre que ha partido


Deja que  en paz divina una nube  te acoja
Entre sus infinitas soledades ocultas
Tú que eres ya una gota de agua diminuta
Vivirás en mi huerto,  posada en una hoja.

Redondo, cristalino  pedacito de cielo,
Estás en mi jardín, aunque no puedo verte.
Te siento en el rocío, pequeña, yerta, inerte,
En una mariposa que detuvo su vuelo

Has retornado eterna junto a la suave aurora.
Volando bajo el sol gigante y refulgente
 El pasado, el futuro, lo mismo que tu ahora

Se unen en un tiempo  que no alcanza la mente.
Cuando brota el amor inmenso  que atesoras,
Y tu espíritu vive con Dios eternamente.

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