Deja que en paz divina una nube te acoja
Entre sus infinitas soledades ocultas
Tú que eres ya una gota de agua diminuta
Vivirás en mi huerto, posada en una hoja.
Redondo, cristalino pedacito de cielo,
Estás en mi jardín, aunque no puedo verte.
Te siento en el rocío, pequeña, yerta, inerte,
En una mariposa que detuvo su vuelo
Has retornado eterna junto a la suave aurora.
Volando bajo el sol gigante y refulgente
El pasado, el futuro, lo mismo que tu ahora
Se unen en un tiempo que no alcanza la mente.
Cuando brota el amor inmenso que atesoras,
Y tu espíritu vive con Dios eternamente.
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