Miguel Vargas y sus seguidores no han hecho otra cosa que luchar por la unidad perredeista. Por eso las mayorías de las bases votaron por él. Ni un solo dominicano duda que más de un veinte por ciento de los votos de la convención fueron depositados por militantes del PLD y éstos votaron por Hipólito Mejía. Miguel Vargas obtuvo el 47% de los votos en la pasada convención, por lo que todos sabemos que Hipólito no obtuvo más del 43%. Un ejercicio trivial:47+33=80, 47 es aproximadamente el 59% de ochenta. Entonces Miguel Vargas cuenta con la mayoría.
Lo que falta saber es si Hipólito Mejía quiere algún tipo de acuerdo con Miguel Vargas. Si es así, entonces debe invitarlo a la mesa del diálogo. Por el momento no se percibe en Hipólito Mejía la intención de hacerlo. Lo más perceptible es la arrogancia de sus seguidores y la satisfacción de los dirigentes peledeistas por haber logrado su propósito de haber elegido a su rival quien, según ellos, tiene muchas debilidades.
Si bien es cierto que nadie podrá cambiar los resultados de la convención, a pesar de su ilegitimidad, no es menos cierto que Hipólito Mejía tiene en sus manos la posibilidad de que el PRD se unifique en torno a su candidatura mediante una demostración de humildad y desprendimiento. Lo más inteligente es que Hipólito entienda que sin un pacto con Miguel, el PRD se podría quedar cuatro años más fuera del Poder, que todo el sacrificio de su militancia habrá sido en vano y, peor aun, que el pueblo dominicano tendrá que soportar cuatro años más de otro gobierno peledeista; y eso sería lo peor que pudiera ocurrirle a la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.
No tengo dudas de que Miguel Vargas desea la unidad; le corresponde a Hipólito Mejia llamarlo a la mesa de negociaciones y concertar con quien cuenta con la mayoría de las bases perredeistas.
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